viernes, 13 de marzo de 2015

La ciudad de Taargh


He pasado los años buscándote en mis sueños,  nunca me acostumbré a tu ausencia, a seguir amándote. Anoche creí verte de nuevo, tus ojos me miraban serenos a través del tiempo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo recordando tus dulces besos.¡¡ No vuelvas a marcharte!! te grite suplicante desde mi silencio. Te encontraré entre mis sueños, y estaremos juntos de nuevo.



De pronto me encontraba en una extensa llanura, el viento surcaba continuamente danzando entre la maleza y la hierba marchita causando un ligero quejido silbante. Algunos arboles lejanos y resecos, vigilantes, vacíos de hojas mecían sus ramas desnudas a causa del viento, o más bien de algún otro misterio insondable que por mantener la razón intacta me contuve de investigar. Aparte de esto la quietud era total, una calma tensa, intensamente amenazante.

Ningún olor ni sonido más que la eterna y cálida brisa que alborotaba mi pelo y amenazaba con destrozar mis nervios y mi ánimo. El cielo nocturno sin estrellas ni luna esbozaba la luz de un amanecer, un sol que nunca llegaba ni aparecería jamas. Un espeluznante tiempo parado, casi  muerto, reinaba sobre aquel inquietante paisaje de pesadilla. Solo un camino de tierra desnuda respetado inexplicablemente  por la maleza marcaba un rumbo a seguir entre tanta desolación, a lo lejos se vislumbraba la muralla de una ciudad desconocida.

 Entonces volvieron aquellos ladridos, los sabuesos que siempre me rastrean a través del tiempo y el espacio, aun lejanos, parecían provenir de otra dimensión, apagados pero siempre amenazantes. Conozco bien al líder de aquella partida de caza. El gigante tuerto a lomos de su caballo de ocho patas, siempre buscando presas indefensas y perdidas entre el mundo de los muertos y los vivos, los que sueñan, los que velan y los que esperan,

Me apresuré a llegar a la ciudad, una ciudad que como el resto del paisaje se abría ante mí vacía y  muerta, las murallas semiderruidas, la puerta destrozada por lo que parecía la enorme huella de una garra de algún engendro infernal con un nombre hace tiempo olvidado. Las calles empedradas no mostraban signos de deterioro, los edificios practicamente intactos pero vacíos. Ahora un silencio total, el viento al fin apagado, contenido tras los muros de la ciudad desierta.

 Al llegar a una enorme plaza me sorprendió alrededor el sonido de risas y palabras, voces que me llamaban e insultaban, torturaban, y solicitaban mi alma, me giré rápidamente asustado, mirando hacia todos lados,  ¡¡ nadie..!!  Tropezando me caí al suelo, inquieto y angustiado me tapé los oídos con las manos, intentando apagar esas voces que no surgían de garganta humana..

Cuando recobre la cordura me levanté y corrí hacia el enorme edificio que presidia la plaza mayor de la ciudad , cerré la puerta de un portazo que a punto estuvo de destrozar lo poco que quedaba de su intregridad y apoye mi espalda sobre ella. Al fin las voces se callaron, mi corazón palpitaba con fuerza, mi respiración agitada no terminaba de calmar mis nervios destrozados.

Un viejo tapiz apolillado indicaba que me encontraba en la legendaria ciudad de Taargh, una de las primeras ciudades de la humanidad, maldita por los viejos dioses... recuerdo bien su historia.

Sus sabios encontraron la forma de dar vida a los sueños, mientras ellos yacían durmientes y soñando la ciudad se llenó de cosas hermosas, animales nunca vistos, colores desconocidos, incluso podían atraer de nuevo seres queridos perdidos a través del tiempo. Los dioses conmovidos se lo permitieron y olvidaron la naturaleza del hombre, siempre inquieta.

Años mas tarde estalló una guerra contra los bárbaros del norte. Taargh incapaz de defenderse recurrió a monstruos que los sabios invocaban ahora dando vida a sus pesadillas, los monstruos arrasaron los ejércitos y tribus barbaras, pero descontrolados y ahora libres se volvieron contra sus creadores. Aun hoy vagan algunos de estos seres malignos por el mundo causando el caos tanto en pesadilla como en realidad.

Así encontró su final la ciudad de Taargh, la mas hermosa del mundo antiguo, la ciudad donde todos los sueños se hacían realidad. En castigo los dioses la colocaron en el mundo de los ensueños donde los soñadores atrevidos, y los locos pudiesen visitarla, saborear su caída y aprender de sus errores.

Después cerraron la puerta de los sueños, que nunca volverían a emerger a este lado de la realidad.
Y ahora como dice Calderón, los sueños sueños son... pero no siempre fue así. Los ladridos vuelven, la partida de caza está muy cerca y debo despertarme. Pero la próxima noche, volveré amor mio a buscarte.



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